¡Buenas noches!
Mi fiel
escudero y yo saludamos desde Barcelona!
¿ Que quién
es mi escudero? Pues un bonito granito en mitad de la barbilla con el que me ha
deseado mi cuerpo un feliz viaje. También tengo mocos y los ojos rojos. Me
consuelo pensando que será para compensar las fantásticas aventurillas que
depara Varsovia.
Ahora sí que
sí estoy atacá. Quedan horas para subir al avión, para despedirme de mi super
family, tíos y primuchi incluídos.
La maleta grande
he conseguido cerrarla esta mañana…la pequeña aún se me resiste. Bolsas al
vacío y huequecillos aprovechados al máximo…y aún así no cabe todo lo que
debería.
He tenido que ir prescindiendo de mi querida ropita, hasta
que al final ha llegado la dura decisión: las botas o el abrigo. Pos oye, las
botas rancias y agujereadas, que tampoco hace tanto frío. (Sí, me voy a Polonia
sin abrigo, que soy muy chula).
Por el
momento, parece que la estilosa maleta de vaca pesa alrededor de 30 kilos. La
hemos pesado cual perrete en el veterinario en la báscula de casa, así que
tampoco se yo si me llevaré la sorpresa mañana de ver que me paso de 5, 6 o
cien mil kilos…
Eso sí, las
maletas, monísimas; que también hemos tenido que comprar otra pequeñita para no
pasarnos de las medidas de Wizzair. (juro que me daba igual qué maletas llevar,
como si eran bolsas del Pryca…pero al final voy a parecer una modernuqui con
todo ideal, ea)
Ah, y
también tengo bragas nuevas. Esta es otra de esas cosas que descubres antes de
hacer un viaje largo: tienes un cajón lleno de ropa interior, y cuando te pones
a mirar detenidamente, son todo trapujos con lo que en algún tiempo fueron
gomas, y que hace años se llamaron bragas. Y es que yo, y me consta que no soy
la única, tengo las mismas desde los 13 años (no exagero). Menos mal que mi
mamá se ha apiadado de mi lamentable mercería y ahora es más que respetable.
Pie de foto: Montaje cortesía de la luxemburguesa P. con la que preveo compartir bonitos momentos de morriña skypera y miles de entrañables anécdotas deshonrosas.
En fin, últimos
momentillos ya en familia, y esa sensación de que algo se me olvida…
Ah! Por cierto!!!!
Que ME ACABAN DE DECIR QUE TENGO RESIDENCIA!!
Parece que
en Polonia universidad y eficiencia también es un oxímoron. En
fin, no me quejo, en el fondo me quita un gran peso de encima. Sí, es verdad
que estos días he estado criticando las residencias: que si demasiada fiesta,
que si poca intimidad, que si son cuchitriles llenos de cucarachas, que si
mejor vivo en un búnker… Pero era todo
rabieta de despechada, en realidad mola cantidubi. Bueno, seré sincera, cuando
me lo ha hecho saber la coordinadora, me ha trastocado un poco los planes, pero
una charlita con I. la erasmuseta estonia, me ha quitado todos los recelos: permite practicar Inglés, tener compis de
cocina y buen ambientillo cuando hace frío y no se puede salir a la calle.
Además, me
ha tocado una de las güenas, Zamenhofa. Al
parecer es bastante nueva ( por las fotos, parece que es verdad) y la gente no
habla muy mal de ella. Igual mañana me paso a cotillear.
¡Qué
ilusión!
Pronto
escribiré ya desde allí. Espero que las teclas no se inunden con mis
lagrimillas de morriña, como dice mi lamentable amiga P.
Estos días
han sido muy muy bonitos, de despedidas, buenas comilonas y sobre todo,
buenísima compañía. En cuanto me instale, sabéis que tenéis un huequecito en mi
habitación varsoviana.
Ahora me voy
con mi primi P. a jugar un ratito a nuestro juego preferido de ordenador, cuyo
nombre no revelaré, porque todavía tenemos dignidad…
¡Hasta
pronto!
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