lunes, 22 de abril de 2013

Entrada namber forti : What did you expect?...this is Sweden!


Desde luego, si alguien quería que cogiéramos un trauma a aviones y aeropuertos…lo intentó pero bien! Porque empezar el viaje con un aviso de bomba y correspondiente desalojo (hombres encapuchados y armados incluidos)  y acabarlo con un despegue fallido y olor a gasolina quemada… es un pelín, pelín, psicótico.
Pero bueno, sobrevivimos, aunque por si acaso teníamos mensajes de despedida para nuestros seres queridos (nos faltaba perfeccionar la técnica para que los encontraran intactos tras un accidente aéreo…)

Sinceramente, el viaje a Estocolmo fue como una montaña rusa: lo mismo parecía que nos había mirado un tuerto, que al minuto siguiente nos caía dinero del cielo. Sí, esto último literal…nos cayeron monedas (coronas suecas) del aire.
La temperatura, pues variadita: un poquito de lluvia y fresquete por aquí, y solazo y cielo azul por allá. Estuvo bien poder ver las dos caras de la ciudad: una más real y que se acerca más a la realidad -grisecilla y congelada- y la otra de lo más idílica -todo colorido, con sus barquitos de cuento, su mar en calma, su gente paseando de aquí allá…
Tuvimos también nuestros momentos a lo película americana…cuando a la loca de Z. (lo siento, pero con esa inicial es complicadillo mantener el anonimato!) le dieron 30 minutos para sacar todas sus cosas de casa de su anfitrión o se las echaba por la ventana. Cuando llegamos, estaba todo en la puerta… nos hubiera faltado la escena de romper platos contra la pared y ya teníamos la telenovela montada. (hay que decir en favor de Z. que el susodicho sueco reaccionó más que exageradamente…)

Pero que nadie se asuste, que excepto esa anécdota y alguna más que iré comentando, el viaje fue la mar de placentero e interesante:
De Estocolmo, yo me quedo con las vistas que hay desde cada rincón de la ciudad (que esté formada por 14 islas rodeadas por mar, ayuda) y con los atardeceres en el mar báltico.
Cada una de las islas, tiene algo particular:
Gamla Stan es el Stare miasto versión sueca, también con casitas de colores, callejuelillas estrechas, cafeterías, iglesias,… Muy bonito (aunque quitando unos cuantos turistas estaría mejor), y digno de probar allí el chocolate en el Café Chokladkoppen, de la placita Stortorget. Esa isla tiene dos islas pegaditas, con el parlamento en una y la Riddarholmskyrkan (Iglesia de Riddarholmen) en otra. En esa segunda el atardecer se ve la mar de bien.
La isla Södermalm es el paraíso de los hipsters y del postureo. Me pregunto si les pagan para ir tan, pero tan esmeradamente vestidos, paseando de arriba abajo por la calle Götgatan… Ese barrio está lleno de tiendas vintage (reconozco que me gustaron), cafeterías modernuquis, tiendas bio… Muy cool y muy ofensivamente caro todo, pero digno de ver, eso sí. En esa isla hay una pasarela muy alta, desde la que se ven unas vistas preciosas de la zona vieja (Ah, y gratis subir!).  Tiene también un puestecito muy concurrido (Nystekt Strömming al que van autóctonos también) en el que preparan Strömmingsrullar , un rollo con puré de patatas y pescadito frito.  Y sí, yo que no soy muy de comidas marineras y demás, puedo decir que estaba más que bueno!

Comimos también en Saluhall, un mercadito a lo Boquería de Barcelona, la típica bolinga de carne con puré de patatas y arándanos. Como las de Ikea, pero en grande (y supongo que sin carne de caballo infiltrada). El sitio tiene mucho encanto, y también el barrio , que es el barrio upper class de la ciudad: Östermalm. Eso sí, el agua, gratis, que son muy sanos.
Por esa zona vimos también el edificio de un antiguo banco, (el Kreditbanken) en el que hubo un atraco con rehenes y de donde viene el conocido síndrome de Estocolmo: los secuestradores acabaron invitando a su boda a los secuestrados.
Subimos a una colina, muy Moonrise Kingdom, y paseamos cerca de los barcos varados. Algunos barcos son muy hippy-pijos, con sus alfombras, sus muebles concienzudamente destartalados, sus hamacas… ¡Pero y lo chulos que son!

                Una de las curiosidades de la ciudad, es la cantidad de padres (padres hombre) jovenzuelos que van paseando por la calle empujando carritos de bebé. Latte pappas, los llaman. ¿Y por qué? Pues porque los subsidios y permisos por maternidad/paternidad en Suecia son dignos de ese nombre: ambos padres tienen un tiempo de permiso que se dividen, sin perder el puesto, hasta las 96 semanas! Además reciben  What did you expect, this is Sweden! , como decía C. cada vez que nos asombrábamos de alguna medida social/muestra de buena educación o civismo…
Pues sí, son seres superiores. Y no son tontos tampoco, ¡Menuda cantidad de carritos de gemelos…trillizos e incluso cuatrillizos! Nos preguntábamos si la gente recurre a la inseminación artificial para tener más niños y recibir más dinero…porque tal cantidad de partos múltiples, no es normal!
Pues eso, que los hijos, a tenerlos en Suecia.

                Ahora bien, miedete dan las venganzas suecas… Que entre el loco que echó a Z. y una mujer que dejó el coche al lado de otro que le había robado el sitio (para que no pudiera salir), descubrimos que lo de Millenium tiene algo de base real… (tanto frío no puede ser bueno: a los suecos les da por la venganza cruel… a los polacos por el algo menos sutil método del mamporrazo limpio… )
Y más cosas típicas de Suecia, aparte de Ikea (es cierto que aquí todos,todos,todos, los muebles son de ahí) están los Hym (puede haber perfectamente 8 o 9 en una misma calle) y los coches Volvo que tanto gustan a L.
Vimos también el edificio en el que se entregan los premios nobel, la cafetería donde se descubrió a  Greta Garbo, la Ópera de Estocolmo,  donde asesinaron al rey Gustavo III (Va, sí, para qué negarlo, anecdotuchas turisteras, pero tienen su gracia).

                Mención aparte merece nuestro episodio pardillo en el metro. Habíamos leído que las estaciones eran preciosas, con techos pintados, casi igualando la capilla Sixtina. Pues bien, confiamos en el señor C. para que buscara el top 10 de las estaciones. Ni corto ni perezoso, pues buscó Arte Moderno en estaciones de metro ….y acabamos llegando a la estación de mordor, para ver una mierda de floripondias. Me da que la chufla le perseguirá hasta el fin de sus días…
(por cierto, al final conseguimos ver dos estaciones de las-que-merecen-la-pena…se nos acabó el billete de 5 euros una hora…).

                Pero bueno, pudimos compensar con el museo Fotografiska: para mi, de lo mejor de la ciudad. Además, coincidió con una exposición retrospectiva de uno de mis fotógrafos de referencia(¡Y para quién no!), Henri Cartier-Bresson. Una delicia cada una de sus fotos y cada uno de sus instantes decisivos.  Me recordó que entre uno de mis sueños de futuro está el de ser fotorreportera y viajar por el mundo escribiendo y haciendo fotos. También me dieron ganas locas de pasar todas mis fotos al blanco y negro…
La segunda exposición, era de Ruud Van Empel: increíbles sus collages con fotos. Consigue un resultado increíble y una mezcla entre realidad y ficción.
La tercera, era de una fotógrafa sueca, Anna Clarén: estuvo bien ver fotos de paisajes suecos, muchos lagos, árboles y ambientes etéreos. Muy Amantes del Círculo Polar.

                Como fin de viaje, tomamos un cafetuelo en Kulturhuset , la principal plaza de la zona más moderna de la ciudad y para no perder la tradición, paseíllo por Drottninggatan (nos la recorrimos unas veinte veces…)

Y ya paro de dar envidia. (;
En el próximo episodio: Budapest ¡!


¡Hasta pronto!

martes, 16 de abril de 2013

Entrada namber zerti nain: batiburrillos, soles y castillos.


Hoy, me he vuelto andandillo a casa.

Que sí, que siempre voy andando, pero es que hoy  (¡Al fin!) hace un clima digno de llamar primaveral. Según el termómetro de mi ordenador, ya acostumbrado a las temperaturas bajo cero, hoy disfrutamos de un soleado día de 12º! Una locura, ¡sacad los bañadores y chancletas!
Ahora en serio, ya hemos aparcado los abrigos y salimos a la calle con chaquetillas de lana y poco más (medias todavía, pero les quedan dos telediarios). El solete brilla en todas las calles, los pajarillos cantan, la gente sonríe… (¿Se nota que me encanta la primavera?)
En fin, pues hoy, si no fuera porque por despiste le he ido enseñando el culo a media Varsovia (faldas traidoras que se levantan sin que se lo pidas), he vuelto canturreando y descubriendo nuevos sitios varsovianos. El primero, un barecito en la calle Zurawia, Spiskowcy Rozkoszy,
con sofacillos mugrientos, libros, vasos de todas las formas y colores… (muy Hipster, signifique lo que signifique esa palabra)
He visto también un abrigo muy chachi (sí, de leopardo), pero tengo importantes agujeros en mis arcas (ni en los tiempos de Godoy, oiga) y aumentarán todavía más estas dos semanas siguientes en Estocolmo y Budapest (Non stop!)…así que supongo que ese será el-abrigo-deseado-que-nunca-tendré.
Y eso, que el sol alegra y convierte los días en días de película-americana-colores-pastel. Hoy me he comprado fresas (que ya empieza la temporada) y ya tengo motivo de alegría para todo el día.

Y estos días pasados, pues un batiburrillo de todo:
Primero, paseitos la mar de agradables por los voivoidatos de Pomerania y de Varmia y Masuria (El Voivoidato es la principal división administrativa en Polonia, heredada de las antiguos regiones militares dirigidas por wojewoda).
El porqué de visitar Polonia.
Nunca hubiera imaginado que Polonia fuera tan, tan bonita: lagos, bosques interminables, llanuras verdes, riachuelos por los que hacer piragüismo, castillos inmensos…
El castillo de Malbork, es digno de ver:  Patrimonio de la Humanidad de la Unesco (mira! Igual que mi futura ciudad Morelia!), con un sistema de calefacción romano (con piedras calientes bajo el suelo, mu listos ellos), dibujillos de unicornios frikoncios en el techo, y una iglesia que tuvo que ser preciosa, pero que para variar, fue arrasada (el castillo se utilizó como centro de operaciones Nazi durante la segunda guerra mundial).
Por esos voivoidatos están también los famosos bunkers nazis (el más famoso es el cuartel de Hitler en Gierloz), que quedan en la lista de cosas pendientes que ver, junto a los parques naturales de Kampinos  y Białystok, y las minas de sal (y prometo que paro ya de viajar, que también tendré que dedicar algo de tiempo a preparar exámenes)

La semana celebramos también el cumple de pani A. Todo sorpresa…pero la mayor sorpresa fue que nos saliera tan requetebién. Cenita sorpresa en el restaurante búlgaro (esta vez, sin platos ultrapicantes), regalos incluidos (y acertados!)…y luego fiestuqui en el piso con sus globos, su guacamole y su bebercio de rigor. ¡Ah! Y el día anterior, a las 00:00 tarta-bomba de chocolate!  
Personajillos con los que comparto piso,
en el cumple de A.

Y para seguir con el batiburrillo, pues estos días he hecho también de peluquera (estas panis temerarias, que confían mucho en mí)…y los resultados han sido milagrosos!  Suena creído, pero es que hasta yo tenía unas pequeñas (mínimas) dudas de que el episodio acabara en catástrofe mundial…
Así que, si alguien por aquí necesita un corte de pelo, que me diga. (aviso:  miedo a cortar no tengo…de hecho corto como si no hubiera un mañana, así que caguetas, abstenerse)

Vinieron también M. y F. a darse un garbeo por Varsovia. Dimos un buen paseíllo por Nowe Miasto y Stare Miasto, dos grandes clásicos que nunca fallan en las visitas varsovianas. También por la enorme plaza Piłsudskiego  (por el mariscal Józef Piłsudski, al que se le reconoce el mérito de conseguir la independencia de Polonia en 1918…y a veces se olvida que fue dictador), por la Galería Zachęta (gratis los jueves), por Nowy Świat .
Cena polaca, con su sopa Żurek  (a mi me parece ajjjjquerosssa) y su Zupa grzybowa (hecha con champiñones radiactivos ucranianos …dicen) y cervecitas en Pawilony  (que es toda una institución para los estudiantes en Varsovia)


Y nada, ahora voy a seguir con mi querida Viena Convention (que tengo que volver a empezar de 0 ¡Bieeen!) y prever qué tengo que llevarme de comida a Estocolmo. Con los 80 euracos que voy a desembolsar en el hostal, me da que sobreviviré a base de pasta (comprada aquí en polonia), sobres de sopa y sándwiches.  Rancio, pues sí, un poco, pero según la gente que ha ido más vale serlo que morir del susto al ver los precios. Países desarrollados, ya se sabe…
Voy a buscar algo más acerca de Suecia y Estocolmo, que aparte de ABBA poco más conozco (menuda incultura…pero bueno, tiene cura, ya contaré todo lo descubierto y aprendido!)

Hej då !!!

jueves, 4 de abril de 2013

Entrada namber zerti eit: Louis XIV, la Princesa Sisí, un Oso amoroso y un toro.


Ea… de nuevo en  nuestra querida y primaveral Varsovia, con 0º y copos de nieve grandes como canicas! La verdad, no sé qué clase de broma nos están gastando, pero estar a 4 de abril con este tiempo, resulta raro hasta para los polacos! Qué primavera es esta con todas las calles saturadas por capas y capas de nieve?
Nosotras, que a nuestra vuelta de Austria esperábamos encontrarnos con una ciudad florida, de pájaros cantarines y parques a los que salir a leer… Pues ale, toma cielo gris!
Al abrir los ojos en el autobús de vuelta desde Bratislava (casi 12 horitas con el culo encajado en un asiento minúsculo) casi me da un patatús al ver el cielo más encapotado que en Mordor (sí, últimamente tengo bastantes venazos frikis).
Pero bueno, unos días más y tendremos primavera de verdad (eso espero…aunque tampoco estaría mal celebrar mi cumpleaños con nieve!).

Meteorología aparte, hemos vuelto a Varsovia con un buenrrollis  increíble. Y es que, Viena y Bratislava, rebosan magnificencia y belleza. Y entre lo increíble de las ciudades y nuestro buen humor (sí, de niños de 7 años, pero humor a fin de cuentas) ha sido un viaje muy muy agradable. ¡Ah! ¡Y qué decir de nuestros anfitriones! P. y L. nos acogieron en su minipisín de soltero, en el que nos acabamos sintiendo como en casa. Ocupamos todo el suelo Además, nos enseñaron cada rinconcito de la ciudad, cada vista, cada palacio, cada restaurante… Danke schön!

Ya desde nuestra llegada (a las 6 de la mañana) y tras un desayuno reponedor, nos lanzamos a la calle a suministrarnos un buen placer visual! No sabría con qué quedarme, el centro es una concentración de edificios monumentales que no había visto nunca: la iglesia barroca Karlskirche, el Palacio de Schönbrunn (el Versalles vienés), el Palacio Belvedere, el Palacio Imperial de Hofburg (sí, por palacios no será), el Parlamento (donde no pude resistir la tentación de hacerme una foto con mi bienamada Vienna Convention) , el Wiener Rathaus (ya le gustaría a Rita un Ayuntamiento como ese…)…
Uno de los lugares en el que casi explotamos de deleite, fue la Stephansplatz, con su catedral, sus moñi-casitas de colores pastel y el monigote de falla dorado. Demasié p’al body.
También son dignas de ver las casas diseñadas por Hundertwasser: colorines, formas sinuosas ,mosaicos y asimetrías…todo lo que siempre he querido para mi casa de ensueño, vaya. No se puede ver por dentro, es una pena, pero se entiende que los que viven ahí no quieran tener pululando a cientos de turistas por su cuarto de baño…(por cierto, he visto fotos en internet, y son la bomba)
La feria, Wurstelprater, tiene también su gracia: es totalmente una de esas ferias que salen en las películas, con sus tiovivos y sus montañas rusas. Nada que ver con las cutre-pseudo ferias que montan en Valencia, esta tiene estilo.
Y en cuanto a museos, la oferta es de lo más variopinta y extensa: desde la típica visita del palacio de Sisí, hasta exposiciones sobre el nazismo, visita a la casa de Freud, museo de etnología… Hay un barrio, el Museumsquartier, consagrado al arte moderno.
Eso sí, si no te gusta Klimt, prepárate para una sobresaturación de estampados de “El beso” por doquier. En mi caso, fue todo un placer, porque me alucinan sus obras, pero reconozco que abusan un poquito del reclamo que supone. Ahora bien, ver en directo sus pinturas doradas y repletas de minúsculos detallitos, fue toda una exaltación.
Para los amantes del Modernismo (o Art Nouveau), hay muy muy buena oferta de artistas, obras y edificios por ver por allí.
                Otro de los Top 10 de Viena, es la Princesa Sisí. Al llegar, la pobre pani A. tuvo buena dosis de burlas y chuflas por ser tan moñis de haber visto el museo de Sisí, pero luego fuimos descubriendo las verdadera cara de la princesa, y no es tan Barbie como se suele creer.
En realidad, aquí la señorina era cocainómana, adúltera, maleducada y obsesa…una joyita.
A partir de ese momento no faltaron las bromas sobre la princesa.
               
Monumento a la liberación rusa
(especialmente dedicado a pani C.)
Tampoco perdimos la ocasión de comer un Sachertorte en el café del Hotel Sacher. El ambiente es muy chic, pero sinceramente el pastelito tampoco es nada del otro mundo (pero es chocolate, así que no puede estar malo). Y resulta que en ese hotel se hospedaba Justin Bieber…y aquí las panis C. y A. no perdieron ocasión de correr hacia la marabunta para no poder ver a su ídolo (aunque lo nieguen, en el fondo son unas fans locas).
                Comimos también los típicos Wiener Schnitzel con patatas y perritos calientes con Bratwurst  y Käsekrainer (¡Sí, que viva el colesterol!).
Nos encantó un restaurante pakistaní, Der Wiener Deewan, que está justo al lado de Schottentor . Comes toooodo lo que quieras (en nuestro caso, toneladas) y pagas también lo que consideras. A ver, la tentación tacañosa existe, pero resulta tan fácil irse sin pagar y la comida y el ambiente son tan buenos…que irse sin pagar es ser una sucia rata. Pero comparado con los precios vieneses (más europeos que los precios polacos) acaba siendo baratete.  El grandísimo descubrimiento, fue el postre paquistaní Sooji halwa (también conocido como ¡ Joooder menudo montón de mierdaaa!). No comimos más porque el estómago tiene límites físicos…
Una tarde, nos encontramos con nuestra pani T. que por grata casualidad, andaba por aquellos lares de romantizne viaje, en un cafetillo muy agradable, con libros para leer y vinilos. Muy bohemio. Bebimos un decepcionante chocolate vienés (que no mientan, ese aguachurri no puede ser su especialidad)
                Y más o menos eso es lo que hicimos en Viena. Eso, y saltarnos todos los semáforos posibles (como en Varsovia ponen multacas y aquí no, a infringir la ley como locos, ale!) y colarnos en el metro (son tan cándidos que ponen en una página web las líneas y horas en las que viajan revisores). Somos unas incivilizadas (por esto, y por otras cosas que mejor no cuento por mantener nuestra honra intacta).

Maletoncias en el castillo de
Bratislava
                De Viena, cogimos un autobusito a Bratislava. Sale por 7,7€ y tarda una hora y media. Es mejor eso que el tren, que cuesta 15 € porque te obligan sí o sí a pagar ida y vuelta + transporte público en Bratislava (y claro, a nosotras lo de pagar el transporte público no nos va). Después de perdernos un poco por la estación (porque está en obras, no porque seamos unas empanadas…), las señoras Sisí, Luis XIV, Oso Amoroso y Toro…subieron al bus y llegaron a Eslovaquia (la razón de los pseudónimos se debe al ramalazo de humor-de-niños-de-7-años que nos invadió).
¡Y qué mejor que subirse al primer tranvía que se nos pusiera por delante nada más llegar a una ciudad desconocida!
Después de dos minutos de locura colectiva, decidimos poner los pies en la tierra y mirar un mapa, más que nada, por no llegar a los confines de Bratislava y descubrir por qué L. nos dijo que solía llevar un spray antivioladores en el bolso…
Finalmente, con algo de intuición y buena suerte, llegamos al centro de la ciudad. Eso si, con las maletas a cuestas, que con la emoción, no pensamos en dejarlas en una taquilla, pa’ qué!
Y nuestras maletas y nosotras visitamos la ciudad que-es-muy-pequeña-y-muy-fea-y-se-ve-en-una-hora.  Pues a nosotras, igual por llevar la contraria, nos encantó!
Hicimos un ascenso al castillo que ni los sherpas del Everest, pertrechadas con los maletones.
Vistas preciosas de la ciudad y el Danubio (Azul).
Las calles y plazas son muy bonitas, es recogidito, pero mono.
La ópera de Varsovia
En uno de los principales monumentos (Michalská brána), estábamos leyendo nombres de ciudades inocentemente, cuando oigo en francés a mi espalda: “Ostras, ¿has visto qué pendiente? ¡Sí, sí, es enorme, si parece una vaca! Y patapúm, jartada gratuita al canto. Tentada estuve de responder Muuuuuu, pero mi honor herido me lo impidió.  (Este episodio va especialmente dedicado a P. , para incluirlo en nuestro libro de Catastróficas Desdichas, tomo II)
Y luego, vuelta a casa en Polskibus. Creo que merece la pena, cuando se viajan tantas horas, coger un tren en vez de bus: las posibilidades de plegarse para dormir son mejores en los trenes polacos, lo malo, los revisores que te van despertando a voz de trueno cada dos horas…

Vuelta a la vidilla varsoviana, a las clases (aunque algunas se olviden…), al gimnasio (hoy, el profesor hacía tales piruetas que parecía un chiste, y hemos desertado), a nuestros culturetismos…
Como nuestra incursión a la ópera de la semana pasada… tres mujerzuelas bien arregladitas (vestidos de seda incluidos) pero con unas maneras de verduleras dignas de ver...  La obra, Turandot, es muy interesante (aunque recomiendo leer el libreto antes de la obra y no a trozos durante los descansos), aunque el final es un culo.

                Y con este vocabulario de altos vuelos, me despido, que esta cocina huele a gas tóxico y me gustaría preservar mi integridad física.

Contaré más cosas…que muchas aventuras se avecinan este mes viajero!

Biquiños!

Pd. FELICIDADES VALERITAAAAAAAAAAAA ¡!