Cześć !
Con mi primera palabra en polaco inauguro este rinconcito de
apuntes y garabatos, al que iré dando vidilla durante el año que pasaré en Varsovia.
Hasta ahora, me parecía lejano lejano, pero ya me queda
cerca de un mes para irme, y el mieditis viene
a hacerme visitas cada vez más frecuentes. Ya es hora de ir ultimando
preparativos, aunque supongo que tardaré todavía un poco, pa’ qué engañarnos, soy
Doña estresada, pero también Doña última hora…
Lo primero que hay que tener claro antes de adentrarse en el
caótico mundo Erasmus, es que se abre una etapa de montañas de papeles,
términos, cartas certificadas, burocracia y quebraderos de cabeza.
Pero bueno, todo eso puede sortearse si uno tiene ganas de
irse. Dónde ir, ya es otro cantar, pues entra en juego …¡la diabólica subasta!
Tal vez mi umbral de
estresamiento está bastante bajo (los últimos acontecimientos que he vivido
me llevan a pensar que sí, ¡pero ya veréis que realmente lo requieren!), pero
ver como los posibles destinos iban acabándose fatalmente me puso tan histérica
que al oír mi nombre para elegir ciudad, salté del asiento profiriendo un
lamentable alarido.
Finalmente pude elegir el destino que más o menos me había
entrado por el ojo: ¡Varsovia! Es tal la
vorágine de posibilidades, que uno acaba mareado eligiendo entre uno y otro,
buscando convalidaciones y demás… Los
hay más precavidos, pero yo acabé por guiarme por intuición, y esperar a haber
elegido para descubrir las asignaturas que podía cursar. Tuve suerte, mucha
suerte. Algunas amigas erasmusiles sólo
pueden convalidar unas cuantas miserables
optativas.
En fin, una
vez mi destino claro, a cartearse con la universidad polaca, como si de un
romance epistolar se tratara. Que si cómo te llamas, que si envíame una foto,
que si cuándo te viene bien que vaya a verte…
Lo peor, son
las fechas límite. Hay que presionar a la universidad de origen para que no se
duerman en los laureles y tengan todos los papeles listos a tiempo. La
parsimonia que llevan, al menos la oficina de relaciones internacionales de la
UV, es alucinante. Paciencia, paciencia (Patience et longueur de temps. Font plus que force ni que rage…una de las pocas frases que se me ha quedado de un poema que aprendí de
pequeña)
Después llega el turno de unas cuantas
alegrías: te llega la carta de aceptación en la universidad de destino, el
contrato de estudios está insuperable (ver cómo la coordinadora de estudios lo
aprueba es un momento de éxtasis inexplicable), confirman tu matrícula de
créditos internacionales…
Y luego, pues de nuevo algo de caos y
destrucción, que no podía ser todo tan fácil. Hay que gestionar la tarjeta
sanitaria, solicitar las becas (a mi me las deniegan todas por una extraña
razón que desconozco…debo caerle mal a
todos los señores que conceden becas, vaya usted a saber), analizar en qué banco meter los dinerillos
para la estancia, buscar alojamiento.
Esto último me trae por la calle de la
amargura (sí, soy una pupas, pero luego ya no me quejo más, prometido). Al
parecer, Varsovia es la única ciudad en el mundo mundial en la que hay escasez
de residencias. De verdad que no me lo explico, ¿en serio no tienen ni una
cochina plaza en ninguno de los búnkers soviéticos que aparecen en las fotos?
Resulta que cada universidad ofrece unas
cuantas. Y si se llenan, pues ale, a la lista de espera (soy una habitual en
las listas de espera) y olvídate de buscar por tu cuenta.
Pues finalmente iré una semanilla a un
hostalico que se llama Oki Doki (precio y decoración muuuy buenos), mientras
hago el curso de polaco -para poder ir a comprar el pan y que no me miren con
cara de póker- y buscaré o residencia o algún pisillo agradable para vivir…
Ja vorem…!