Son las 10:00 según el reloj del Palacio de la Cultura.
Cada vez que me ducho viendo el
horizonte de rascacielos varsovianos o cada vez que desayuno con esas vistas,
me doy cuenta de lo suertudas que somos…
Estos días, han sido de re-enamoramiento de mi querida ciudad. Ahora
que hace tanto calor (¡Unos 2º sobre
cero! ¡Una locura! ¿Dónde están mis chanclas?) e incluso sol (sí, sí, sol de
verdad, no un rayito perdido en un momento de descuido, sol del que calienta y
todo), una no puede quedarse en cada, y ha sido una semana de paseos, de
perderse sin mapa y de tachar mil cosas de la lista de cosas que hacer sin falta en Varsovia.
Aquí parece mona y todo la orilla... |
Primero, pues al salir de clase decidí pasear por la orilla del Vístula (Wisła). Acostumbrada a Valencia, donde
los márgenes del río son agradables y apetecibles para dar una vueltecita,
supuse que aquí en Varsovia sería parecido. Además, aquí hay un río, río, no algo-que-fue-rio-y-ahora-es-parque, y
me esperaba algo tipo ciudad-con-río. Pero
por el momento, no he encontrado nada de eso: más bien unas orillas en obras,
con carreteras ruidosas, estilo industrialoide
con nada de verde, ni paseo, ni playita ribereña…
Todavía confío en que exista alguna zona del río, aunque sea pequeñita,
a la que ir de domingueos desfaenados (bueno, o cualquier día, que esto es algo
así como un eterno fin de semana). En fin, si lo encuentro, informo de la
localización.
Ese mismo día, retomé mi costumbre de las tiendas de segunda mano. Para quien aún sea reticente, que sepa que
se encuentran auténticas joyas, y por 2 o 3 euros. Me compré dos jerseys (de
los que C. se ha enamorado) y un pañuelo-sábana por menos de 10 euretes (40 zl)
todo.
Estoy preparando un mapa con todas las tiendas de segunda mano
decentes que existen por la ciudad. Seguro que algún/a traperillo/a (como yo,
todo hay que decirlo) le sirve la información y puede renovar el armario por
nada de dinerete.
Como ya he dicho, esta semana ha sido de ir cumpliendo esas cosas que
se van acumulando en interminables listas. Al fin, fuimos a patinar sobre hielo, ¡ y gratis!
Yingo sufriendo en la pista de hielo. |
El lugar, es un poco donde Cristo perdió la sandalia (“Uy, pues si a Andrea le parece malrollero,
debe serlo mucho”, decía A.), pero el hielo es hielo de verdad y poder ir siempre
que quieras está mejor que bien.
Lo mejor de todo, fueron las risas que nos echamos con Y. y su
estilazo patinador sin separarse de la valla. No pondré el video porque respeto
la dignidad ajena, pero merece la pena.
Otra de las cosas que hicimos
fue pasarnos por el Instituto Cervantes,
en el que hay ahora un mercadito de libros a 1 euro. Los van cambiando cada
dos días y euro a euro puedes hacerte una pequeña bibliotequita para pasar los
meses que quedan aquí. Además, hay un
poco de todo, bastante variopinto, desde libros sobre uniformes militares,
instrucciones sobre un juego de cartas medieval, una biografía de Jovellanos,
poemas mexicanos…
Yo de momento me he hecho con una recopilación de crónicas de un periodista, que vivió en La Habana, México, Moscú, Madrid… durante los años 50-60.
Yo de momento me he hecho con una recopilación de crónicas de un periodista, que vivió en La Habana, México, Moscú, Madrid… durante los años 50-60.
Nuestro barrio, a veces muy grafitero él. |
También se está organizando un
ciclo de cine en castellano (XIII Semana de Cine Español en Polonia) así que, para aquellos que lo habléis, es una
buena oportunidad de ver cine y no morir en el intento. Si vais, ¡pues allí nos
vemos!
Hablando de cine, fuimos también a ver una película polaca subtitulada
al inglés. Lajdies.
En fin, de todo se tiene que sacar el lado positivo, pero no
recomiendo mucho esa película.
Es una especie de Sexo en Nueva York versión polaca, bastante
cutrecilla.
Y es que, el humor polaco, a veces es complicadito de pillar. No se si
lo conté, pero otro día fuimos a ver unas películas de propaganda americana,
sin gracia ninguna, y los polacos que fueron se desternillaban de risa, pero a
carcajada limpia, con las simplezas más simples. Ea, contrastes culturales.
Ayer hablaba con D., polaco-alemana (desde aquí te mando un besote,
que se que siempre lees esto con el google traductor!) sobre la imagen de los
polacos en el exterior. Estos son algunos de los chistes que se cuentan sobre
los polacos en Alemania (hay muchísima gente de origen polaco allí):
-Un francés gira una esquina, y
desaparece.
-Un alemán gira una esquina y
desaparece.
-Un polaco gira una esquina, y
desaparece la esquina.
Un abrigo desaparecido en
Alemania, un abrigo nuevo en Polonia.
¿Cómo vuelve un Alemán que fue a
Polonia en coche? En bicicleta…
En fin, pero como todo, no son más que imágenes que se quedan en el
ideario común. Sinceramente, al menos Varsovia, resulta incluso más segura que
Valencia o cualquier otra ciudad española. Y en ninguna otra ciudad visitada
(que al final han sido unas cuantas) he sentido en ningún momento nada de
inseguridad o mieditis.
Y nada, ayer pues paseíto por los parques de la ciudad al solete (ya
se van llenando de vida otra vez, ahora que la nieve se va fundiendo) y por la
tarde exposición de fotoperiodismo
en el Museo Nacional. Muy interesante: hace un recorrido por distintos aspectos
de la vida polaca en los años 50-60, a través de portadas y reportajes en la
revista ŚWIAT. Siempre me ha hecho
gracia cotillear fotos de una ciudad años atrás, y ser capaz de reconocer sus
calles y rincones. La calle que siempre recorremos para volver a casa, Marszałkowska, ha sido habitualmente la
calle de pasacalles y desfiles con tanques (aquí no pierden ni una ocasión para
celebrar algún evento militar o de orgullo nacional). Tampoco es de extrañar,
teniendo en cuenta lo ancha que es. Al más puro estilo soviético.
Y es que resulta que vivimos en pleno Distrito Residencial Marszałkowska,
junto a Plac Konstytucji, considerada
una de las mayores ejemplos de Realismo socialista, incluso a nivel mundial.
(Qué orgullosa estoy de mi ciudad eh…)
Bueno, ahora ya me despido,
que tenemos comilona taiwanesa -sin huevos podridos, y con el extra de
pan con ajo, que es polaco pero está tan bueno que había que hacerlo- y ahora
vamos a tomar un mate argentino.
Adèu!
Pd. Un poquitín echaré de menos las fallas este año. Sobre todo las
risotadas de la señora Meculos con mis meteduras de pata y demás
acontecimientos que mejor no citaré.
pd2. el mate esta haciendo que la cabeza me de vueltaaaaaaaaaaaas uououououououooo
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